Todo está inmerso en un mar de profundas metamorfosis.
Como un cuento de niños contado por adultos.
La nada se transforma en un todo rompiendo expectativas y, ante eso, siempre se encuentra desnuda delante del espejo, con el pelo revuelto y con sus dioptrias haciéndole creer que esa silueta es ella.
Es tan raro cuando algo se materializa.
"Me da pena pensar que los sentimientos estén regidos únicamente por el cerebro", piensa mientras prepara café cada mañana.
Tiene el defecto de recordar los sueños.
Pero ahora está fundida en uno de esos imposibles.
Quiere seguir andando por ese fino hilo que fusiona realidad con ficción.
Dos factores también materializados en forma de sentimientos regidos por el cerebro.
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